Editorial Nº 29. Diciembre / 2017
Un título minimalista para un editorial optimista. No es un cero, es la letra o. María de la O es una advocación mariana, nacida de las siete antífonas mayores de Adviento, rezadas del 17 al 23 de diciembre. Todas empiezan por la exclamación ¡Oh!, que en latín es O. Desde ”¡Oh, Sabiduría!” hasta “¡Oh, Emmanuel!”, se canta la llegada inminente del Salvador. Es la Virgen, grávida, de la Esperanza.
En la nueva ermita nos espera Nuestra Señora, Asiento de la Sabiduría. Este título, grabado a los pies de la antigua Virgen, acompañó a los alumnos de Peñalba junto al de Esperanza Nuestra. La jaculatoria “Santa María, esperanza nuestra, asiento de la Sabiduría, ¡ruega por nosotros!”, la llevamos cincelada en el corazón.
“Dejad, los que aquí entráis, toda esperanza”, lee Dante en el dintel del infierno. El florentino hubiera leído, en la puerta de Peñalba, lo contrario: “Coged, los que aquí estudiáis, toda esperanza”. Porque nos inculcaron que siempre hay un camino de vuelta. Porque aprendimos que, al final, escampa. Porque comprobamos que todas las primaveras renacía la alameda.
Nos enseñaron una esperanza muy humana y muy divina. Esperanza con estudio y trabajo. Esperanza sin olvidar el valor de la oración. Esperanza, sabiendo que nunca nos faltará quien nos dé la mano para salir del atolladero. Esperanza, reconociendo que no todo depende de nosotros.
Esperamos, porque sabemos que, en Peñalba, si lanzamos al mar la botella del náufrago, alguien la recogerá y leerá nuestro “¡Socorro!”. Esperamos, porque aunque la tempestad arrecie, o la calma chicha nos abrume, conocemos el infalible remedio de San Bernardo: “Mira la Estrella, acude a María”.
Peñalba, esperanza a prueba de bombas. Pase lo que pase. Porque —¡qué difícil es no citarlo!— como dijo el santo de Hipona: “Nada está perdido mientras haya ilusión por encontrarlo”. Y —nos atrevemos a apostillar— si te faltara la ilusión: ¡levanta los ojos!, que arriba en el cielo, te mira María.