Gratitud

Editorial Nº 28. Junio / 2017

Ser agradecido es una virtud con buena prensa. A nadie le gusta que le llamen desagradecido. Además el agradecimiento sale barato: un poco de atención y una palabra.

Pero ser agradecidos de verdad es exigente. Implica reconocer que somos limitados y no lo podemos todo; supone superar el individualismo y aceptar que muchas veces necesitamos que nos ayuden. El agradecimiento profundo supera el mercantilismo exacerbado, que no agradece, sólo paga.

Ser agradecidos es una actitud vital. Romano Guardini lo tiene claro: “Todo lo que acontece nos viene dado como un don. De ahí que podamos y debamos dar gracias por todo”. ¿Por todo…? Sí, porque “sostenido por la fe, el agradecimiento puede extenderse hasta lo penoso, y, en la medida que esto se logra, lo penoso se transfigura”.

El paso siguiente conduce del agradecimiento a la generosidad, dando a los demás lo que hemos recibido y no tiene precio: el cariño, la amistad y el amor auténtico.

El pasado 12 de diciembre falleció Mons. Javier Echevarría, Prelado del Opus Dei. Visitó Peñalba el 3 de marzo de 2005. A propósito de esa visita escribimos: “De bien nacidos es ser agradecidos. Desde estas líneas, queremos dar las gracias a Mons. Echevarría por su visita y por la energía con que ha alentado la labor educativa y cristiana de nuestros colegios. Este agradecimiento debe remontarse en el tiempo hasta San Josemaría, cuyas enseñanzas inspiraron a los padres que los promovieron. Mucho de lo que somos, pensamos y sentimos proviene de esa fecunda semilla. Gracias”.

Conscientes de que siempre hemos contado con su aliento y sus ánimos, ahora que ha dejado esta tierra le reiteramos nuestro agradecimiento. “Viento romano” titulamos el editorial de entonces, porque venía de Roma, donde vivía. ¿Demasiado lejos tal vez para acordarse continuamente de nosotros? Sabemos que no. Una bella imagen nos lo aclara. Era, sin duda, como esas altas montañas, recortada en el horizonte la albura de sus cumbres nevadas. Parecen muy lejos, pero desde allí llega, por misteriosas corrientes subterráneas, el agua cristalina y vivificante que calma la sed y riega los campos y las sementeras… Es la oración, que lo puede todo.

La gratitud conlleva reconocer el beneficio, agradecerlo y recompensarlo. Lo hemos reconocido y lo agradecemos. ¿Cómo compensarlo? Seguro que Don Javier nos encauzaría hacia su sucesor, Mons. Fernando Ocáriz. A él, pues, nuevo Padre, nuestra disponibilidad y nuestras ilusiones.

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