25 años Promoción “España” (1987)
Apoteósico aniversario el que celebramos la 5ª promoción de Peñalba, “España ´87”, ya que nos juntamos 25 antiguos alumnos muchos de ellos acompañados de sus familias. Se han recordado momentos inolvidables. No es para menos, son cinco lustros los que han pasado desde que abandonamos las aulas peñalbinas después de compartir tantas vivencias. Unos estuvimos los 9 años (1978-1987) y otros solamente uno pero la camaradería entre nosotros es total: no importa el tiempo pasado en Peñalba, un solo año ya te marca para siempre. Comenzamos con la Santa Misa celebrada por Don Carlos en la que se encomendó a todos los familiares fallecidos de los miembros de la promoción y nominalmente a Carmen, la madre de Juanjo Pons ya que ese mismo día era el aniversario de su muerte. Los hijos de Nacho Mateos hicieron una ofrenda floral a la Virgen y aprovechando que era sábado, cantamos la Salve en latín aprendida hace años en el colegio.
Después de la misa, una visita entrañable a todos los rincones de Peñalba. Hubo muchas expresiones de asombro al ver los cambios habidos en las instalaciones y más de uno, en su intimidad, se emocionó al sentarse en los mismos pupitres que utilizó cuando llevaba pantalón corto. Otros, por sus volúmenes corporales, tuvieron serias dificultades para hacerlo. Risas, anécdotas de todo tipo; bofetadas, saltos por la ventana, persecuciones, las chuletas, profesores maniáticos, las inmolaciones…; la cantidad de horas y días que hemos gozado y sufrido en estas aulas.
El aperitivo, magnífico en su sencillez, preparado por Gonzalo Silió –en la tradición gastronómica de los Pardo-, lo tomamos en el vestíbulo principal y se alargó por espacio de una hora. Los niños de Andrés Gutiérrez, Juan Rubio, Carlos Rodríguez, Nacho Mateos, José María Casañé y Juanjo Pons, a los que se unieron otros niños espontáneos fueron de los más movidos…; arrasaron las fuentes de gusanitos y las cocacolas y atacaron el jamón y el queso reservado para los mayores.
Del colegio, sin las mujeres y niños, nos trasladamos a la “Francachuela”, en la Calle Miguel Iscar, llevada por los hermanos Ramón y Juan Cañas, los dos antiguos alumnos, y Juan de nuestra promoción. El menú soberbio. Las horas se pasaron volando hablando del colegio, del pasado, de la actualidad, de las cosas pequeñas y grandes de la vida. En las copas y los brindis, Juan Rubio, nuestro Delegado de curso, como mandan los cánones, hizo los honores correspondientes con un brindis vibrante. Sobre la marcha, y subido a un taburete, como en tantas ocasiones ha hecho, Pablo Sagarra le respondió, en una encendida arenga llena de admiración, agradecimiento y nostalgia de ese tiempo que hemos vivido, y lógicamente también, procediendo de Pablo, con alusiones patrióticas y un final apoteósico, que todos aplaudimos, incluidas las tres comensales de la esquina que estaban en el restaurante.
Chema Ballesteros sigue teniendo tupé; José María Casañé no incendió ningún pinar, a pesar de que bien se lo recordamos; Nacho J.R. Vila nos enseñó cómo se mata un jabalí a cuchillo; Gonzalo Silió nos llevó a la carrera de un lado a otro del colegio; Carlos Rodríguez nos hizo ver que la estirpe no se pierde, porque sus hijos tiene pinta de que algún día también tendrán alguna que otra carta de disciplina; Juan Luis Rico no pegó a Pons, síntoma de que se está haciendo mayor, incluso fueron juntos en coche; Juan Andrés Ledo recordó muchas batallas del pasado con Juan Cañas; Pablo Díaz no organizó ninguna guerra económica, ni nos contó ninguna película; Gaspar comentó que todavía conserva las caricaturas que hacía en clase y hablamos del Cangrejo Violinista, una revista que editaban él y Raya cuando empezábamos a ser adolescentes; Paco Liaño recordó viejos tiempos con Carlos de Antonio mientras Andrés Gutiérrez nos ponía al día de cómo se las arregla un padre de familia numerosa; Nacho Mateos nos trajo un excelente vino que ahora produce; Javier Martínez recordó a Burto (ahora Don Burto), que no pudo venir desde Roma por motivos de salud, pero nos da muchos recuerdos a todos; Vicente Presa sigue siendo nuestro ídolo, los años le han conservado con la misma tranquilidad de siempre; Pablo Sagarra, quizá porque estaba su mujer delante, no lanzó piedras a ningún cristal, ni atacó a ningún pájaro del patio; Ángel Vicente y Mario Muelas pasearon por las aulas recordando líos y profesores; Recordamos a Sergio Ruiz que en un tiempo, tuvo una buena amistad con Jaime Izquierdo, que tampoco pudo estar; Juan Rubio mantuvo su estatus de líder espiritual de la clase, y naturalmente asumió la responsabilidad de llevar el bote de las copas. Por último hay que agradecer a JAI que nos acompañase, pues son muchas las promociones que organizan aniversarios y siempre sorprende ver que se acuerda de todos nosotros y de muchos detalles de nuestro paso por Peñalba.
Recordamos a los que no nos han podido acompañar y esperamos que la próxima vez puedan venir. En las múltiples batallas de las que hablamos, necesariamente salían todos.
Quizá alguno de nosotros tenía dudas, ¿cómo será la gente de mi clase 25 años después?, quizá teníamos pereza de un reencuentro algo forzado que los lustros habían podido deslucir. La realidad es que 25 años después parece que no ha pasado el tiempo, que retomamos las conversaciones de ayer, con la misma confianza y alegría de aquellos felices momentos, que forman parte de nuestro patrimonio personal. Hemos descubierto que seguimos teniendo buenos amigos que quizá el tiempo ha alejado y el sábado 21 de abril de 2012 se encargó de recuperar.